☀ LOS CÁTAROS 🌙 La Cuna de la Herejía ✝

La palabra “herejía” proviene del griego hairetikós que significa opción o elegir.

Su uso posterior estipula que una herejía es una opinión o un conjunto de ideas que se oponen a las creencias consideradas irrevocables en un contexto social.

Generalmente se la asocia a la religión y apunta a quienes, mediante sus opiniones, ideas o comportamientos no acuerden con la doctrina, el dogma o la fe aceptada o impuesta por la mayoría de la sociedad.

En nuestro contexto occidental y en lo que refiere a este informe, podemos decir que la Iglesia Católica es la institución que más ha defendido a rajatabla sus dogmas. En esa defensa, no dudó en perseguir, torturar y asesinar a miles de personas que podían tener una línea de pensamiento que se enfrentaba a lo establecido. En definitiva, eran unos herejes.

Entre los Siglos XI y XIII la misma Iglesia Católica se dedicó a perseguir y exterminar una mal llamada secta que floreció en el sur de Francia y norte de Italia. Los conocidos como cátaros.

Vamos a presentar un informe para tratar de comprender por qué estos humildes religiosos llevaron al Papado a utilizar todo su poder político y militar para doblegarlos y provocar así un genocidio de cien mil personas, una terrible cifra en especial para aquella época.

ZOROASTRO Y LOS MANIQUEOS

En el siglo III de nuestra Era, en Babilonia, nació una nueva religión que, a pesar de persecuciones de todo género, vivió diez siglos y conoció una prodigiosa expansión que llevó desde las orillas del mar de China a las del Atlántico: el maniqueísmo, del nombre de su fundador Mani.

Mani - Siglo III

Mani fue educado bajo la religión de Zoroastro, un personaje que se supone que vivió en el Siglo VII AC y dentro de una secta que se abstenía de la carne, las mujeres y el vino. Vestían siempre de blanco y se hacían llamar Los Puros. En griego se los conoció como Katharoi.

Mani tomó prestada partes de las doctrinas de Buda, de Zoroastro y del propio Jesús y las unió para llegar a los humildes. El maniqueísmo creía que Dios es Bueno por definición y que el resto del mundo material era la creación del Mal. Y toda la existencia se debía a una lucha permanente entre los opuestos. Entre el Bien y el Mal. Entre el Espíritu y la Materia.

Proclamaba que la salvación no residía en una fe ciega, sino en una gnosis, un conocimiento de orden intelectual. A pesar de las persecuciones, esas ideas, junto al sencillo ritual de la imposición de manos transformó al maniqueísmo en una religión misionera y ampliamente difundida. Se desarrolló entre la India y Persia, convirtiendo a reyes y emperadores. Hasta que un par de guerras perdidas hicieron que un emperador acusara a Mani por el desastre y lo encarcelaron. Murió en el año 276.

Los maniqueos igual siguieron. Extendieron su religión por China, Egipto y el norte de África. Pasaron por Asia Central y llegaron hasta la Roma de los últimos Césares, donde se hicieron llamar bogomiles, o sea Amigos de Dios.

Una religión que predicaba que el mundo de los hombres era radicalmente malo, no tardó en ser perseguida por papas y reyes de todos los imperios y fue, digamos, milagroso, que haya sobrevivido tanto tiempo antes de sucumbir.

Sin embargo, entre los Siglos XI y XIII reapareció con tal fuerza en el sur de Francia, bajo el nombre de cátaros, que la Iglesia necesitó ciento cincuenta años de guerras y represión despiadada para extirpar una fe que estaba rompiendo sus estructuras peligrosamente.

EL LANGUEDOC

Como adelanté en la introducción, nos ubicamos en el sur de lo que ahora es Francia. En esos tiempos, la región era conocida como Occitania o el Languedoc (por el idioma del país, la Langue d’Oc) Ni siquiera formaba parte de Francia, sino que era feudo de los condes de Toulouse. Estos, en teoría, eran vasallos de los reyes de Francia, pero en la práctica eran más ricos y poderosos.

El Languedoc, en Francia

Semejante ubicación geográfica, recostada entre el Mediterráneo y los Pirineos, la expuso históricamente a constantes invasiones. De las varias culturas que se establecieron, los que más impusieron su idiosincrasia fueron los visigodos, también llamados Godos Sabios.

Esos visigodos fueron los que invadieron Roma en el año 410 y provocaron la caída del Imperio Romano de Occidente. La mentirosa historia romana que nos enseñan habla de hordas de bárbaros asesinos. Sin embargo, los Godos Sabios estaban muy avanzados respecto a la decadente Roma. Eran combativos, pero a la vez muy refinados. Tenían políticas públicas que se discutían de manera abierta y tolerante. Cuando saquearon Roma, el trato para los habitantes fue correcto y no destruyeron edificios.

Los visigodos eran cristianos, de una religión llamada arriana, la cual no creía en la Santísima Trinidad, por lo que eran tremendos herejes para Roma.

Fue de esos visigodos arquitectos, artistas, eruditos, orfebres, que el Languedoc heredó su cultura. Como también heredó su riqueza y prosperidad. Era en esa época una región moderna, bien administrada y… muy envidiable.

LA MAGDALENA

En el Languedoc, desde los principios de la era cristiana hubo (y aún hay) una fuerte creencia en María Magdalena. Es algo aceptado que la Magdalena llegó allí huyendo, luego de la crucificción de Jesús. Incluso se afirma que era la esposa o al menos la pareja de Jesús y que tuvieron hijos, los cuales llegaron junto a ella y una pequeña comitiva. Toda la región posee iglesias consagradas a María Magdalena y también está repleta de Vírgenes Negras, con su hijo en brazos. Incluso casi todas esas iglesias fueron construidas por la Iglesia Católica sobre cimientos de templos paganos, en donde se adoraba a la diosa Isis, también asociada, según varios historiadores, al culto de la Magdalena.

María Magdalena en las costas del Languedoc.

La región también abunda en capillas e iglesias consagradas a San Juan el Bautista. Este era el santo a quien seguían los Caballeros Templarios, los cuales, de paso, construyeron gran cantidad de castillos en la zona.

En definitiva, digamos que el Languedoc profesaba una fuerte religión cristiana, pero de Cristo en sí, había muy poco.

LOS CÁTAROS

En el Siglo XI aparecieron unos personajes vestidos de negro y con báculos en sus manos. Iban en parejas por los caminos predicando a cambio de casa y comida. Cuando existía la posibilidad de ayudar a un labrador o a algún tejedor, ponían sus manos a la obra. Sus ropas raídas, sus pies descalzos y en especial su palabra sencilla les abrió un espacio entre los lugareños. Se hacían llamar cátaros, pero allí los nombraron como Perfectos y Les Bonhommes, es decir, los Buenos Hombres.

Cátaros: los "Buenos Hombres"

Los cátaros difundían las enseñanzas de los bogomiles, aquellos que predicaban el maniqueísmo. Creían también en el dualismo, donde Dios era lo bueno y espiritual y el Diablo era lo malo y material. El hombre se encontraba en medio de esos dos universos. El cuerpo era arcilla despreciable, unida al mundo del Mal. Pero en ese cuerpo se hallaba prisionera una luz divina, que había que liberar. Por eso, creían en la reencarnación, la que gracias a sus buenas obras, cada vez los dejaba más cerca de esa divinidad. Jesús era Hijo de Dios y por lo tanto nunca fue materia y por ello no aceptaban la crucificción. Y, aunque se reunían al aire libre y no poseían iglesias, no eran una secta, sino una religión organizada, con su jerarquía de obispos, todos eran bautizados iguales y postulaban la igualdad de los sexos.

Lo que menos aceptaban, era la autoridad de la Iglesia Católica y del Papado. Rechazaban su ostentación, su soberbia, su arrogancia y la corrupción de su clero.

A mediados del siglo XII, la Iglesia Católica había perdido a sus fieles del Languedoc. Las iglesias estaban vacías y la gran mayoría de los habitantes se habían abrazado a la nueva fe. Desafiando a los obispos católicos, por todas partes había nobles occitanos que se adherían a los Cátaros.

Raimond VI Duque de Toulouse.

A esta marea herética imparable, el Papado reaccionó enviando a su mayor orador, quien fuera luego San Bernardo. El futuro santo solo predicó ante sillas vacías. A su regreso, debió admitir que “excepto el gran error en su doctrina, no había nada reprochable en el modo de vivir de los Cátaros”.

LA HEREJÍA

Veinte años después, el Papa Alejandro III condenó la herejía que provenía del Languedoc y envió legados y algunos hombres de armas. Estos capturaron a algunos nobles y les confiscaron sus tierras. Pero terminaron siendo expulsados por el propio pueblo. No todos los occitanos eran cátaros, pero ninguno admitía que una autoridad extranjera se inmiscuyera en los poderes locales. Además, el pueblo simpatizaba con los Buenos Hombres y los defendía.

En 1198 accedió al trono pontificio Inocencio III. El mismo Papa que luego apoyaría la cuarta cruzada, la que la Nobleza Negra veneciana dominó y llevó a la conquista de Constantinopla. Pueden ver mi informe sobre esa gran traición veneciana.

Papa Inocencio III

Inocencio subió decidido a fulminar, no solo a los cátaros sino a quienes los protegieran. Envió al Languedoc a nuevos emisarios dominicos, con poderes para juzgar a los herejes. Los dominicos se llamaban a sí mismos Domini Canes:  los Perros de Dios. Con estos, tuvo nacimiento la tan triste Inquisición, creada especialmente para aniquilar a los cátaros. Uno de estos inquisidores era un tal Abad Arnaldo Amalric, quien descendía de nobles franceses y tenía gran interés en apoderarse de los riquísimos feudos del Languedoc: Toulouse y Carcasona. A pesar de que comenzaron los arrestos y las torturas, en especial  a judíos y a otros acusados de herejía, en nada avanzaba la causa romana.

Inocencio buscó entonces apoyo en el rey de Francia, Felipe Augusto, pero pocos estaban dispuestos a enfrentarse a un enemigo poderoso y con muchos aliados, como era Raimond VI, Conde de Toulouse. Inocencio, entonces, buscó el camino definitivo: convocar a una cruzada contra el Languedoc. El pretexto fue el asesinato de uno de sus principales enviados. Dispuestos a vengar la sangre del mártir, Inocencio III convenció a Felipe Augusto y este envió un ejército del cual tomó el mando Arnaldo Amalric. Así nació la Cruzada Albigense, tomando su nombre de la ciudad de Albi. Una cruzada poco difundida por los historiadores oficiales, a los cuales les debió dar un poco de escozor el hecho de justificar semejantes crímenes.

CRUZADA ALBIGENSE

Raimond VI, observando una guerra inevitable en sus tierras intentó negociar y hasta se puso en manos de la Inquisición. Pero ya no habría retorno. Los intereses religiosos, políticos y económicos eran demasiado importantes para los agresores.

El 22 de julio de 1209, fiesta de María Magdalena, los cruzados del Papa llegaron a las puertas de la rica ciudad de Beziers. Allí convivían poco más de doscientos cátaros. Los habitantes fueron exhortados a que los entregaran, pero se negaron. Arnoldo Amalric dio la orden de entrar a la ciudad. Ante la consulta de los cruzados de cómo reconocerían a los cátaros, Arnoldo respondió con su célebre frase: “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”.

Cruzada Albigense: ataque a Béziers.

Los atacantes entraron a la ciudad, la arrasaron, saquearon e incendiaron. Todos fueron muertos sin piedad. Hombres, mujeres, niños e incluso los sacerdotes frente a sus altares. Se estima que ese día murieron veinte mil personas a manos de la Iglesia Católica.

Amalric escribió a Inocencio III: “Los nuestros, sin perdonar rango, sexo ni edad, han pasado por las armas a veinte mil personas. Tras una enorme matanza de enemigos, toda la ciudad ha sido saqueada y quemada. La venganza de Dios ha sido admirable”.

Y esto nos lleva a una consideración: ¿Qué habrán tenido de especial los cátaros, para que toda esa gente se sacrificara por ellos?

A pesar de que algunas ciudades como Toulouse resistieron por años, semejante matanza golpeó duro a la mayoría de los nobles y poco a poco se fueron entregando. El avance de los cruzados se iluminaba con las hogueras donde quemaban a cátaros y otros herejes.

A la cruzada se unió luego otro interesado por esas tierras, el Conde Simón de Montfort, que se adueñó de la poderosa Carcasona. Más adelante, Montfort se enfrentaría a Arnaldo Amalric por el dominio de esos lugares, lo cual reveló que la cruzada era una mera excusa para apoderarse del riquísimo Languedoc.

Con el paso de los años y de las guerras, los cátaros sobrevivientes se congregaron en el último bastión hasta ahora inexpugnable: el castillo de Montsegur.

MONTSEGUR

El lugar era una pequeña fortaleza de apenas setecientos metros cuadrados ubicada en la cima de un peñón que llegaba a los 1200 metros de altura. No hay fecha cierta ni motivo de su construcción. No controla ningún paso en especial ni su propia estructura en forma de pentágono está diseñada para la defensa. Pero la calidad y la precisión con que fueron ubicadas las piedras a semejante altura es llamativa. Los estudios más actuales fueron muy reveladores. Montsegur posee puntos específicos que permiten observar la salida del Sol no solo en los cuatro cambios de las estaciones del año, sino también en el cambio de cada signo zodiacal. Junto a esto, se hallaron salas-capillas con altares y accesos a subterráneos que también se usaban en rituales. Es posible que los cátaros usaran Montsegur como sitio astronómico y de rituales de iniciación muchos años antes de que fueran perseguidos.

Castillo de Montsegur.

En el año 1243, el ejército Francés puso sitio a Montsegur. En ese momento sus habitantes serían unas quinientas personas, entre defensores, sus familias y los Perfectos y Perfectas cátaros. Durante diez meses pudieron resistir el asedio y mantenerse abastecidos, gracias a salidas y senderos ocultos a la vista de los sitiadores. Pasaron hechos muy llamativos en esos meses. Tal vez lo más importante, es que los cátaros se podrían haber fugado sin problemas por los pasajes ocultos. Sin embargo, decidieron defender el castillo. Otro hecho es que varios hombres del ejército se pasaron al bando defensor y pidieron ser iniciados como cátaros.

A medida que las catapultas menguaban las defensas, una noche, un par de Buenos Hombres abandonaron el castillo con bultos pesados y se escabulleron entre las filas del ejército francés. En los bultos estaba el tesoro material de los cátaros: gemas, oro y monedas que habían recibido durante décadas a través de donaciones.

Todos estos acontecimientos constan en los archivos de la Inquisición y fueron obtenidos en los interrogatorios de los pocos sobrevivientes de Montsegur.

Pocos días después, los defensores pidieron negociar una rendición. Las condiciones no fueron exigentes: les daban quince días para entregar la plaza, los defensores con sus familias serían apenas castigados y los Perfectos y Perfectas debían abjurar de sus creencias y entregarse a la fe católica.

Durante esos quince días, los cátaros aprovecharon a enterrar a sus muertos en grutas tapiadas que fueron descubiertas no hace muchos años.

Hoguera de cátaros en Montsegur.

La noche del 16 de marzo de 1244, varios soldados y familiares, quienes podrían haber salido libremente del castillo, pidieron ser iniciados en el catarismo. Luego, 215 personas entre Perfectos y simples creyentes que no aceptaron abjurar, descendieron y se entregaron a la hoguera que los esperaba. Iban tomados de las manos y cantando himnos.

EL TESORO CÁTARO

Mientras las llamas se elevaban, ocurrió el hecho que dio lugar por generaciones a la leyenda del tesoro de los cátaros, la cual se mezcla con la búsqueda del Santo Grial y con infinidad de misterios que incluyeron hasta a los nazis. Cuatro Perfectos que habían permanecido ocultos se descolgaron por cuerdas desde lo alto del peñasco llevando una manta atada. Qué rescataron de allí, nadie pudo saberlo nunca. Sin duda que no era de valor material, puesto que a sus riquezas ya las habían sacado. Se especula que pudieron ser archivos o libros sagrados, tal vez una reliquia, en todo caso, algo tan precioso o secreto que no debía caer en manos de los sitiadores. Incluso hay historiadores que aseguran que el tesoro eran ellos mismos. Personas muy importantes, quizás del linaje del mismo Jesús.

Luego de Montsegur, durante décadas quedaron algunos cátaros predicando en cuevas y subterráneos, en las que se encontraron instrumentos de molienda de grano y hornos.

En el año 1321, Guillaume Belibaste fue el último Perfecto cátaro capturado y quemado en la hoguera.

FINAL ABIERTO

Ciento cincuenta años de persecución y tortura fueron necesarios para extinguir la religión cátara. El intento constante de la Iglesia Católica por echar tierra sobre aquellos años ocultó por siglos lo sucedido, por lo que no hace tanto tiempo que se iniciaron las publicaciones y los estudios de los pormenores de la famosa Cruzada Albigense.

¿Quiénes eran esos cátaros? ¿Cuál era su tesoro de leyenda? ¿Qué había en su fé para que cien mil personas murieran por ellos?

Paloma de la Luz - Minerve - Francia.

Hay quienes aseguran que esa noche del castillo de Montsegur se llevaron esto o aquello. Pero no son más que suposiciones. Lo que fuera -un código sagrado, el tan perseguido Santo Grial o ellos mismos, como descendientes de Cristo-, aún permanece oculto al común de la gente.

Hasta el próximo informe. Muchas gracias.

Video original en Youtube

Las fuentes consultadas para este y demás informes, las encuentran en la descripción de los videos de Youtube.