Los Jesuitas, creación de la Nobleza Negra |
A mediados del Siglo XVIII, el escritor, filósofo y famoso francmasón Voltaire afirmaba que había en circulación más de 6000 obras sobre los Jesuitas. Podrán imaginarse todo lo que se ha escrito desde entonces sobre estos personajes.
Pasaron casi 500 años desde su fundación y a pesar de ser, en su historia, condenada, suprimida y expulsada de todos los lugares donde se instaló, la Compañía de Jesús continúa ejerciendo su omnipresente poder en las decisiones de los más altos cargos funcionales de los gobiernos e instituciones.
Se habló y se escribió mucho contra los Jesuitas, y se siguen denunciando sus prácticas oscuras, sus manipulaciones y sus crímenes, pero a la vez, sus maniobras camaleónicas y el encubrimiento habitual de los medios hegemónicos los mantienen vigentes y poderosos gobernados por su General, el Papa Negro del Vaticano.
Haremos una recorrida desde su génesis y veremos cómo estos seres, oscuros como su atuendo, se enlazaron con la Nobleza Negra y fueron partícipes de persecuciones, guerras y genocidios. Todo bajo su sagrado lema: “Para Mayor Gloria de Dios”
IGNACIO
El fundador de la Compañía de Jesús, o al menos el que figura oficialmente, fue el vasco Iñigo López de Recalde, quien nació en 1491 en el castillo de Loyola, en el norte de España. Fue una mezcla de monje-soldado cuya personalidad quizá sea la que marcó más fuerte la mente y conducta de sus discípulos y sucesores.
Iñigo después romanizó su nombre por Ignacio.
Ignacio de Loyola |
Igual que otros santos católicos no parecía estar predestinado a ser un iluminado. Tuvo una juventud violenta, plagada de mujeres, juegos de azar y duelos. Pero, igual que otros tantos héroes católicos, un severo problema físico lo llevó a cambiar su personalidad. En una batalla contra los franceses, una bala de cañón le quebró la pierna. Trasladado al castillo de Loyola, enfrentó el martirio de una cirugía sin anestesia y, como no se efectuó bien, tuvieron que volver a quebrarle la pierna para acomodarla. Igualmente, quedó rengo.
Semejante sufrimiento dio paso a noches y días de delirio, que Ignacio intentó apaciguar con la lectura repetida de libros como “La vida de Cristo” y “La vida de los Santos”. Esto le generó una obsesión febril y, ante una carrera de caballero truncada por su herida, emprendió su nueva vocación: la de convertirse en santo, llevando su peregrinaje a todo el mundo.
No me detendré mucho en esta etapa, solo remarcar que Ignacio vivía en castidad y penitencia, flagelándose y con permanentes visiones de la Virgen, hablaba con el Espíritu Santo y en ocasiones corría a Satanás con un palo.
CREACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
En marzo de 1523 partió hacia Tierra Santa como misionero, pero al poco tiempo de llegar a Jerusalén, los franciscanos lo expulsaron, porque su proselitismo religioso hacía peligrar la endeble paz entre cristianos y musulmanes.
De regreso, realizó estudios teológicos en varias universidades, mientras proseguía con su intención del adoctrinamiento de sus compañeros. Su carácter ferviente y obsesivo atrajo a algunos seguidores y también atrajo a la Inquisición, que lo encarceló dos veces. Finalmente terminó estudiando en París y en el año 1534, en la Abadía de Montmartre, el futuro santo, a los 44 años de edad, reunió a sus discípulos y les hizo pronunciar juramentos de pobreza, castidad y de la necesaria evangelización de infieles en Tierra Santa.
Creación de la Compañía de Jesús |
No llegó tan lejos, puesto que Loyola se instaló en Venecia, donde conoció a varios personajes que definieron su futuro. Uno fue Pierre Caraffa, quien luego se convertiría en el Papa Pablo IV. Otro fue el ya Cardenal Gasparo Contarini, un miembro de la aristocracia y de la Nobleza Negra Veneciana y por supuesto, con gran llegada dentro del Papado en Roma.
El ímpetu de Loyola y su idea de crear una Orden de Soldados de Cristo, que trabajara de forma voluntaria bajo una obediencia absoluta al Papa atrajo el interés de esta aristocracia, que en su mayoría se componía de linajes papales.
Loyola soñaba con una sola religión en el mundo (la católica) bajo el mando y la infalibilidad de una sola persona: el Papa de Roma.
El Papa en esos días era Paulo III, cuyo nombre era Alessandro Farnese, de la poderosa familia Farnese o Farnesio, de Parma y también perteneciente a la Nobleza Negra.
La Iglesia Católica se encontraba en serios problemas frente a la Reforma Protestante, perdiendo fieles y territorios en Europa, por lo que toda ayuda en la difusión de su doctrina y de su política sería bienvenida.
De la mano de Contarini, Loyola y diez de sus discípulos se presentaron en Roma y luego de un tiempo, el Papa aceptó la creación de la Orden. Era el año 1540 y así oficialmente se fundó la Compañía de Jesús.
CONSTITUCIONES
Ya tenemos un esbozo de quién era Ignacio de Loyola: un fanático dispuesto a difundir la doctrina católica bajo una Orden de tipo Militar.
Ahora repasemos un poco las bases teóricas de la Compañía de Jesús.
Loyola había escrito un pequeño libro titulado “Ejercicios Espirituales” que luego se transformó en el principal libro de texto Jesuita. Allí se presentaba una serie de ejercicios que debían llevar adelante los interesados en integrar la orden. Durante un mes, y asistidos por un director, el aspirante se sometía a un riguroso adoctrinamiento, basado en patrones de autosugestión, donde revivía cada escena importante del dogma católico. Desde Adán y Eva y hasta el mismo Infierno. Los Ejercicios marcaban la forma en que se debía respirar, orar y hasta llorar. Luego de cuatro semanas de intensa presión, el individuo estaba listo para aceptar su propio quebrantamiento.
Los "Ejercicios Espirituales" de Ignacio de Loyola |
Cito palabras de Loyola: “Inculcamos en ellos fuerzas espirituales que difícilmente podrán eliminar después, fuerzas más perdurables que todos los principios y las doctrinas más sublimes. Estas fuerzas pueden salir a la superficie nuevamente, a veces después de años en que ni siquiera se han mencionado, y llegan a ser tan poderosas que la voluntad tiene que seguir su irresistible impulso”.
El jesuitismo instigó al Papa en la creación de la Inquisición romana: mientras la Inquisición dislocaba el cuerpo, los Ejercicios Espirituales quebrantaban los pensamientos bajo la máquina de Loyola.
A pesar de haberse rodeado de seguidores muy inteligentes y poderosos, como Borja, Laínez, Salmerón, Bobadilla, Francisco Javier y otros, la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús es mérito de Ignacio.
La obediencia absoluta a los superiores era (y es) la base de toda la doctrina Jesuita. Cito a Loyola: “El jesuita debe ver en su superior, no a un hombre falible, sino a Cristo mismo”.
Y también, lo que escribió en una carta a Jesuitas portugueses: “Si la iglesia lo dice, debemos ver lo negro como blanco".
La otra idea base de las Constituciones, es el viejo dicho: “El Fin Justifica los Medios”, que era (y es) aplicado en las artes, la literatura, la política y la moral. La puesta en práctica de esa máxima los habilitó a condenar o absolver a su conveniencia. Por ejemplo, podemos leer algunos de sus preceptos:
"La Ley de Dios ordena: 'No matarás'. Pero, eso no significa que todo hombre que mata comete pecado. Por ejemplo, si a un noble lo amenazan con una paliza, él puede matar a su agresor; por supuesto, este derecho es sólo para los nobles, no para los plebeyos, porque para el hombre común no es deshonroso recibir una paliza.”
O este otro muy interesante: “Si una joven está embarazada, se puede inducir el aborto si su falta es causa de deshonra para ella o para un miembro del clero".
Una de sus reglas más indignantes fue: "Está permitido que un monje o sacerdote Jesuita mate a los que estén dispuestos a difamarlo a él o a su comunidad".
Las reglas que se deberían aceptar para la admisión no solo exigían una total y sumisa lealtad a la Orden, sino que el candidato debía romper sus lazos de amistades y familiares. Y también, gran detalle, deshacerse de sus propiedades. Con este interesante agregado: ”y logrará una obra de mayor perfección si las dispone en beneficio de la Compañía.”
Los Jesuitas comenzaron a crecer económicamente y a adueñarse de valiosas propiedades a través de esa cláusula.
Esas Constituciones fueron todas aceptadas por la Iglesia Católica.
LOS SERVICIOS
Al principio, el Papa usó pocas veces a la Compañía, pero cada vez que los necesitó, la respuesta de estos militantes fue perfecta, ganándose la confianza de la Curia.
Con el apoyo de Roma y de sus benefactores de la Nobleza Negra, y con el fin principal de enfrentar la Reforma Protestante, se extendieron por toda Europa. Pasados quince años, ya habían fundado más de cien casas y colegios. Además, tenían algunas misiones en India y Japón, con escaso éxito real, pero que les daban gran credibilidad como fuerza de penetración.
Loyola murió en 1556 a los 65 años y le sucedió su lugarteniente Laínez como General de la Orden. Este Laínez fue enviado como representante del Papa al Concilio de Trento y su defensa de los intereses del Papado fue excelente, al punto de lograr sostener todos los intereses de Roma. Por supuesto a costas de profundizar la tiranía y el dogma romano y terminar de alejarse de los Reformistas.
Concilio de Trento |
Gracias al éxito en el Concilio, Roma les proporcionó gran cantidad de privilegios, en especial el derecho a realizar negocios comerciales y bancarios. Además de fondos para la construcción de nuevos colegios y casas.
A medida que pasaron los años, el poder de la Compañía fue creciendo, así como su influencia en todos los reinos y ciudades europeas.
En cada lugar que se asentaban, comenzaba su campaña de captación de seguidores y además, si el gobernante de turno no era partidario del Papado Romano, también comenzaba la conspiración. Es imposible ponerme a detallar la cantidad de revueltas y conspiraciones en las que se vieron envueltos. Como el intento de asesinato de la reina Isabel I de Inglaterra, la instigación contra los protestantes de Francia en lo que terminó siendo la Masacre de San Bartolomé, o inclusive la propia Revolución Francesa.
De todos y cada uno de esos países y ciudades eran expulsados, pero con el apoyo de grandes poderes y fortunas volvían como una mala hierba.
REDUCCIONES INDÍGENAS
A inicios del Siglo XVII comenzó la explotación organizada de las reducciones indígenas en América del Sur. Ya los jesuitas se encontraban distribuidos por todo el continente con sus colegios, misiones y establecimientos comerciales, pero a partir del 1602 crearon su principal centro de riqueza en lo que es ahora Paraguay, el norte de Argentina y gran parte del sur de Brasil. Luego de treinta años, poseían treinta reducciones con mil familias cada una.
Reducciones Jesuitas en Sudamérica |
Los “salvajes” fueron catequizados y adaptados a una vida sedentaria. Trabajaban desde pequeños y al llegar a la adolescencia eran casados para evitar el pecado carnal. Nada pertenecía a los nativos. Todo era propiedad de Dios, incluso el tiempo. Por la mañana iban al trabajo en procesión, cantando detrás de una imagen. Y regresaban a la noche para rezar y dormir. Aunque también les permitían algunas recreaciones "honestas para cristianos".
La comercialización en América y especialmente en Europa de las materias primas producidas en las reducciones proveyó a los Jesuitas de cuantiosos ingresos. Las mayores Casas Bancarias de América del Sur les pertenecían.
La Compañía no paraba de obtener poder y riquezas de donde fuera. Un manuscrito de 1650 guardado en el Museo Británico trata de un certificado extendido por los Jesuitas a un ciudadano de la India en el que, por un costo de unos 15.000 dólares actuales, se le prometía "defenderlo contra todos los poderes infernales que pudieran atentar contra su persona, alma o bienes".
ABOLICIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Llegó un punto donde tanta conspiración, tantos crímenes, tanta competencia extra religiosa, además del comercio desleal desde América, llevaron a que los reyes y gobernantes de Europa, en especial los Borbones, presionaran para la abolición de la Compañía de Jesús.
Mediante esa misma presión, maniobraron para que, ante la muerte del Papa Clemente XIII, no se pudiera elegir un Papa partidario de los Jesuitas.
Así, en 1769 asumió Lorenzo Ganganelli como el Papa Clemente XIV. Sabiendo el riesgo de vida que corría, Clemente trató de postergar semejante decisión, pero las amenazas de los soberanos lo superaron y el 23 de julio de 1773 firmó la Abolición de la Compañía de Jesús, declarándolos “POR SIEMPRE ANULADOS Y EXTINGUIDOS” y confesando luego, que acababa de firmar su propia muerte.
Clemente XIV, murió ocho meses después y al embalsamarlo quedó claro que había sido envenenado.
Abolición de la Compañía de Jesús |
Al momento de ser suprimida, la Compañía de Jesús contaba con propiedades cuyo valor hoy alcanzaría los Mil Ochocientos Millones de Dólares. Una cifra nada despreciable para una Orden que proclamaba votos de pobreza.
LOS TESTAFERROS
Con esto entramos a un tema muy importante. Si bien todas esas propiedades fueron confiscadas, la verdadera riqueza de los Jesuitas ya se había puesto a salvo. Previendo la caída de su Orden, hubo antes un inmenso desplazamiento de los depósitos bancarios de la Compañía de Jesús a los bancos judíos. Los banqueros judíos no le debían rendir cuentas a ningún Papa, por lo que esa inmensa fortuna estaba a salvo.
Y aquí entra en escena un personaje famoso, porque uno de los principales receptores de ese tesoro fue Mayer Amschel Bauer, conocido como el fundador de la dinastía Rothschild.
No voy a entrar en la biografía de Rothschild, ya que eso requiere varios informes. Pero se debe comprender ahora cómo, un hijo de una familia pobre del gueto judío de Frankfurt y con solo pocos años trabajando en la banca judía de los Openheimer, antes de los 30 años ya disponía de una fortuna capaz de equipar ejércitos a los reyes y de subvencionar la Revolución Francesa.
Mayer Amschel Rothschild y su dinastía |
Porque fue dinero Jesuita el que pagó la conspiración masónica-Iluminati que desencadenó en la venganza Jesuita de la Revolución. Casi todos los líderes revolucionarios e incluso los famosos Enciclopedistas y filósofos que prepararon el terreno teórico habían salido de colegios Jesuitas o habían tenido Jesuitas como tutores.
Es bueno recordar que los Jesuitas, expulsados por toda Europa, fueron recibidos y protegidos en Prusia y Rusia. Pero luego de unos años, el Zar de Rusia Alejandro I, también los expulsó, acusándolos de perturbar la religión griega, que se practicaba en Rusia desde siglos atrás.
RESTAURACIÓN Y TOMA DE CONTROL DEL VATICANO
La Compañía de Jesús ya no existía, pero sus integrantes nunca dejaron de confabular en las sombras. Y mientras Napoleón extendía sus conquistas, los Jesuitas, que habían conspirado contra la vida y la independencia de casi todos los soberanos europeos, ahora tenían el arte de persuadirlos de que estarían siempre inseguros en sus tronos sin la ayuda y el apoyo de la Compañía.
Muchos los escucharon y para 1814, ante la caída de Napoleón y la Restauración de las Monarquías en Europa, el Papa Pío VII, que había estado preso del propio Napoleón, regresó a Roma y mediante una Bula Papal restableció la Compañía de Jesús con todos sus poderes antiguos y dejándoles prácticamente llano el dominio de la Iglesia Católica.
Los Jesuitas recuperaron gran parte de sus propiedades y compraron muchas otras y nuevamente iniciaron su expansión por Europa, instalándose como consejeros en la mayoría de las cortes.
Llegado el año 1870 se realizó el Concilio Vaticano I, donde predominaba la presencia Jesuita. Allí se promulgó la Infalibilidad Papal, algo que ya había exigido Laínez en el Concilio de Trento en el Siglo XVI y que junto a otras resoluciones, dejó a la Compañía de Jesús con el control total del Vaticano.
Concilio Vaticano I |
FINAL POR AHORA
Recomiendo la lectura del libro “LA HISTORIA SECRETA DE LOS JESUITAS”, del francés EDMOND PARIS.
Edmond Paris: "La Historia Secreta de los Jesuitas" |
Allí se encuentra algo de lo visto en este informe, pero especialmente la obra profundiza, con una impresionante cantidad de documentación, sobre el accionar de la Compañía de Jesús junto al Vaticano en lo que fue la instigación para preparar las dos Guerras Mundiales Siglo XX.
Escribe Paris: “La gente prácticamente desconoce la enorme responsabilidad del Vaticano y de los Jesuítas en el inicio de las dos guerras mundiales; esto, en parte, se debió a los grandes recursos financieros que el Vaticano y los Jesuítas tenían a su disposición, dándoles poder en muchos ámbitos, especialmente después del último conflicto.
Según Wikipedia, la Compañía de Jesús, se extiende por 69 países donde posee 231 universidades, 462 colegios secundarios, 187 primarios y 70 institutos profesionales o técnicos. El número total de alumnos está por arriba de los 3 millones.
En estos días plandémicos y de Nuevo Orden Mundial, está cada vez más cerca el sueño de aquel delirante Ignacio de Loyola: una sola religión bajo las órdenes infalibles de un PAPA JESUITA.
Ignacio de Loyola y su Compañía de Jesús |
Nos leemos en el próximo informe.
Muchas gracias.
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